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Cómo establecer un modelo en el proceso con tu cliente

Las intenciones son las ideas y/o pensamientos que pones ahí afuera en el universo y probablemente con suerte y un poco de tiempo se harán realidad. Son el inicio creativo que se volverá una conducta y al final un resultado. Por ejemplo, puedo empezar con algo muy simple: despertar por la mañana y tener la intención de salir de la cama, luego tomar una ducha y después hacer un café, esas son mis intenciones durante la mañana. A medida que expongo cada intención, esta se convierte en realidad porque soy capaz de vivir fácilmente en cada intención y cumplirla.

Las intenciones son muy sencillas, son cosas que deseo y que puedo cumplir en un espacio de tiempo.

Cuando te inicias en el entrenamiento de coaching de vida, empiezas a reflexionar sobre las intenciones, porque entiendes que pueden ser un poco más complejas que el ejemplo que te mencioné anteriormente y, en consecuencia, pueden abarcar muchos aspectos incluso más grandes y con mayores repercusiones si se cumplen o no.

Por ejemplo: tu intención puede ser entrar en un negocio y cambiar una empresa, revolucionarla o convertirla en un negocio mucho mejor. Es probable que te hayan contratado justamente para eso, para poner todo en orden, empezar todo desde cero y organizar. La intención está ahí, para que inicies tu trabajo y hagas algo al respecto. Como resultado, la intención se transforma en algo muy importante y poderoso porque puede llevar a cabo acciones grandiosas.

En el área de los negocios, tengo clientes que antes de una reunión se detienen un momento y se centran en sus intenciones, lo que desean alcanzar durante esa reunión. Muchos se preguntan: ¿Cuál es la intención de esto? ¿A dónde quiero ir? ¿Cuáles serán los objetivos a alcanzar? Yo bien podría hacer la analogía con una meditación, porque cuando miras hacia adentro, haces introspección y verificas que la intención de esa reunión marque una dirección a la energía de todo el trabajo que estás por hacer. Y si por un momento, durante esa reunión pierdes el hilo o se ve difusa tu meta, solo tienes que detenerte y recordar tu intención inicial para volver a tu enfoque.

Las intenciones son una herramienta valiosa que puedes aplicar no solo a tu trabajo, reunión o negocios, fácilmente la puedes emplear en tu vida cotidiana para mantener el rumbo de tu trabajo y vivir una vida llena de intenciones.

Desarrollar la idea del resultado anticipado

Revisemos ahora el resultado que se presenta producto de la intención y que guía las acciones que planeaste con antelación.

Si bien recordarás, recientemente te mencioné el ejemplo de una reunión, esa en la cual tienes algo importante por acordar, sea la firma de un documento o un contrato. Esa es tu meta, tu intención. Tu intención es que la firma del contrato se ejecute. Sin embargo, tu intención en esa reunión también puede ser conocer a Pepe, María o a alguien en particular, es decir, hacer algún contacto en específico. Igualmente es válido si tu intención es darte a conocer con alguien en la industria o presentar una nueva idea. Lo importante de estas intenciones es que entiendas que trabajarás para ese resultado, tendrás un enfoque, una meta trazada para obtener ese resultado que pretendes y una guía de tus acciones planeadas.

En la vida cotidiana, cuando te planteas una intención estás esperando ganar con el resultado que ya preconcebiste en tu mente. La intención no se trata de algo que te gustaría que sucediera o que piensas que podría suceder y si no sucede piensas que está bien. No, esa no es la naturaleza de la intención. La intención es mucho más proactiva, y tú de antemano ya estás consciente que quieres alcanzar ese objetivo, y eso es lo que va a ocurrir. Está muy claro en tu mente, que va a suceder. Anticipas que va a ocurrir. Y cuando compartes esta técnica con tu cliente, con el universo o contigo mismo, el poder que tiene la intención, empiezas a conseguir que esas intenciones se materialicen y tu cliente actúe en esa dirección.

La intención es uno de los grandes regalos que otorgarás a tu cliente porque es el poder y la habilidad para hacer las cosas, hacer lo que tú haces por ellos.

Prepárate y enseña a tu cliente a manejar la intención. Tu propósito como coach es conseguir que tus clientes logren alcanzar sus metas por sí mismos. No necesitan depender de ti de por vida. No te conviertas en una muleta para tus clientes. Tu mayor deseo es que ellos aprendan las habilidades que tu posees.

Mucha gente cree que la intención puede hacer daño porque nos hace crear expectativas y de no resultar positivas, podemos frustrarnos. Pienso que es mejor frustrarse y aprender a través de esa frustración. Eso es lo que llaman Resiliencia. El aprendizaje por medio de algo que ocurrió. Te doy un ejemplo: ¿alguna vez has practicado algún deporte? Seguramente has sentido en algún momento de tu vida, un dolor muscular. Cuando nos ejercitamos se rompe el músculo y después con el descanso, ese músculo se regenera y crece. Allí está la resiliencia.

La resiliencia se obtiene cuando tienes una intención… ¿ves cómo todo se relaciona? Haces todo lo posible para que esa intención acontezca. Habrán ocasiones donde es posible que no ocurra. Pero ten presente que debes tener intenciones sólidas para que las mismas ocurran. Si por casualidad, no sobrevino por un porcentaje muy pequeñito el día de hoy, no importa. La semana que viene sucederá.

Donald Trump está dentro de la palestra hace un par de meses por situaciones adversas, pero es una persona que ha logrado mucho con tu intención: ha logrado negocios, logró ser presidente de los Estados Unidos, solo con mantener en su carrera la intención de serlo. Más allá de su personalidad o las que cosas que tú mismo pudieras admirar o no de Donald Trump, él es una persona con intención, que se mete en situaciones y espera siempre ganar. No espera conseguir dificultades, solo espera ganar. Y déjame decirte, que las personas como Donald Trump, obtienen lo que quieren, entran al juego pensando que van a ganar, esperan conseguir exactamente lo que desean. Sus expectativas son razonables porque están dentro de su rango de adquisición, lo que significa que pueden conseguirlo.

Cómo comunicar tus intenciones con el cliente

Cuando te hablo de comunicar las intenciones a tu cliente, no me estoy refiriendo a una lista de cosas como si estuviésemos pidiendo a Santa Claus o al niño Jesús en diciembre. Tampoco se trata de informarle a tu cliente sobre tus planes para jubilarte y las ganas que tienes de ganar mucho dinero a través de ellos. No, no se trata de eso.

Cuando me refiero a comunicar las intenciones, quiero que le comentes sobre los beneficios que traerás a su vida personal o profesional. Es la intención comunicativa, que está alineada con sus objetivos. Tu intención comunicativa es sólida y son tus mejores deseos para con ellos. Es una visión anticipada de los resultados. Tú esperas que tu cliente gane y que logre lo que está esperando.

En este sentido, todo comienza contigo, como coach de vida: indagando, averiguando, lo que el cliente está tratando de hacer. Y una vez que descifres eso, podrás crear un plan que los oriente y saber qué acciones les alejan de esa meta.

Tener un plan claro les permitirá concentrarse en el objetivo final.  Y a medida que avancen hacia cada uno de los objetivos preliminares, sentirán como van ganando cada batalla, saltan cada obstáculo en el camino, siempre viviendo desde la intención. Adicionalmente, reforzarán la idea de una mente subconsciente, desde la perspectiva de una persona ganadora. Esto les facilitará seguir en el camino del éxito porque las acciones e intenciones se materializan, se hacen realidad.

No hace falta ser un súper hombre o una súper mujer para hacerlo todo. Si miras bien tu lista de intenciones matutinas, verás que tienes algunas muy sencillas como: tender la cama. Quiero que aprendas y practiques esta habilidad: tener intenciones y hacerlas realidad. Si tienes la voluntad y quieres cambiar, puedes llegar a dominar la habilidad.

Revisa tu rutina. Si tienes intención de salir de la cama y leer este blog, puedes hacerlo. Tienes la intención de tomar una ducha, hacer café o ir de compras, levantarte del sillón e ir al baño, subirte al auto, conducir al trabajo, todo, absolutamente todo empieza con una intención, y obviamente, esperas que funcione.

Todos esos pequeños objetivos, los de todos los días, se pueden convertir en grandes objetivos que te hagan ganar en la vida. Te propongo que inicies con algo pequeño y sencillo. Tu intención puede ser levantarte a cierta hora, porque esperas levantarte de la cama con cierta energía. ¡Así que hazlo! Empieza un día de forma positiva, con el pie derecho como dicen por allí. Ese es el mismo concepto.

Esta habilidad también funciona cuando tienes una reunión y quieres concretar la firma de un contrato multimillonario y esperas que tu cliente lo haga. Tus intenciones son que esa firma se haga realidad. No es un concepto metafísico, es algo normal, que vivimos todos los días.

El modelo de coaching en términos generales

Revisemos cómo el modelo de entrenamiento le agrega valor al cliente y en qué esquemas.

La autoconciencia no es sólo para tu cliente, también es muy importante para ti. Siempre trabaja en tu autoconciencia. Debes ser consciente de lo que haces, de quién eres, de cuáles son tus intenciones, hacia dónde vas, cómo te sientes, si estás o no en la situación correcta. De eso se trata su círculo interno. Ahora bien, te preguntarás ¿cómo lograr esto? Quiero que seas consciente de ti y tus acciones a través de la meditación o la introspección. La auto reflexión es la herramienta clave en esta área.

Por lo general, conocemos a nuestros clientes, a la gente que nos rodea, las necesidades de los demás, pero nos descuidamos a nosotros mismos. Realmente no nos conocemos y solo llegamos a saber lo que necesitamos, quiénes somos o cómo nos sentimos ante una situación adversa o similar de alguien más. A veces bloqueamos el avance de nuestras vidas porque no nos entendemos a nosotros mismos. Bloqueamos los sentimientos de cómo nos sentimos realmente ante una situación en particular. Por tanto, te propongo que desarrolles la autoconciencia y entrenes a tus clientes para que vean el panorama general de los desafíos mediante esa autoconciencia.

En algunas ocasiones te he mencionado que no todos los clientes van a estar dispuestos a ser conscientes de la situación. Algunas veces te contratarán personas que no se sienten familiarizadas con el término y sentirán un poco de rechazo al cambio o simplemente poca inercia para hacer que el cambio se genere.

Me gustaría que consiguieras clientes que estén abiertos a hablar, trabajar, que tengan el impulso de esa autoconciencia por mejorar, mirar la situación interna, evaluar cómo se sienten y observen qué está pasando, si están involucrados emocionalmente y si sus acciones los están llevando a lugares donde quieren estar tanto física como mentalmente, económicamente, con la familia. Me gustaría que encontraras clientes conscientes de los cambios que aportas y el valor que le brindas para estar tranquilos en su interior porque están en el camino correcto. El modelo de coaching de vida comienza con la autoconciencia de uno mismo.

Practiquemos con el siguiente ejercicio: imagina que tienes en frente de ti una pizarra en la cual dibujas un primer círculo. Este círculo representa la conciencia. Seguidamente vas a dibujar un segundo círculo, el cual corresponde a las necesidades, los valores y creencias. ¿lo ves? Ser consciente de las necesidades de nuestro entorno, las de conexión, de seguridad financiera, entre otras. Una vez que nos entendemos, entonces podremos comprender lo que realmente necesitamos.

¿Recuerdas la pirámide de Maslow? La pirámide contiene las necesidades básicas del ser humano. Abraham Maslow fue un psicólogo que presentó este modelo de necesidades. En primer lugar, tenemos las necesidades de refugio, protección, alimentación, techo, supervivencia. La autoconciencia es el mayor desarrollo de la pirámide de Maslow.

Por ejemplo, si sueles atender a clientes muy religiosos y por alguna razón, el plan de acción que le planteas viola sus reglas religiosas o va en contra de sus valores, tendrás un desafío personal con ese cliente.

Te doy otro ejemplo: le planteas a tu cliente religioso que deje de ir a la iglesia los domingos. Esta propuesta puede hacer frenar sus acciones naturales, y por ende, eso puede generar aversión hacia tu trabajo, lo que implicaría perder a un cliente.

Puede darse el caso que programes con tu cliente, asistir a un tipo de entrenamiento o seminario el mismo día que su hijo tiene un partido de fútbol. Y por más que esboces un plan perfecto para conocer gente importante y estrechar lazos con otras personas, es probable que para tu cliente, su familia, su hijo es más importante que cualquier empleo. Si no logras reconocer los valores, estás cometiendo un gran error. Así que mi mayor consejo es que evalúes los valores de tus clientes y verifica que estén concatenados con tu plan como coach.

Tendrás clientes que consideren que su mejor manera de comenzar el día es yendo a misa en la mañana. Quizás para ti, la mejor forma es descansando o planificando. Debes aprender y respetar su forma de empoderarse en los negocios, enfocarse en la vida y tener la energía necesaria que les permita ir a la acción.

Tu cliente siempre valorará ciertas cosas o detalles que tengas para con ellos. Tienes que trabajar dentro de esos valores para ayudarlos a empoderarse e ir en la dirección que le genere resultados exitosos.

¿Recuerdas el ejercicio que hicimos sobre los círculos? Te lo recuerdo, en el tercer circulo que se mueve hacia afuera tenemos la autoconciencia, luego en el segundo círculo esta la necesidad de valores y creencias del cliente y en el tercer círculo se encuentran las opciones y las acciones a tomar.

Una vez que entiendas que cada cliente tiene necesidades, creencias, valores, logras tener cada una en orden, y tu cliente reconoce la autoconciencia y sabe cómo organizar sus necesidades, valores y creencias por sí mismo, puedes entonces avanzar y examinar las opciones a tomar para cada acción. Esto se convertirá en una realidad porque las medidas a tomar estarán basadas en su círculo de necesidades, valores y creencias.

Si tu cliente no reconoce qué clase de acción está tomando, o no sabe a dónde lo conduce una cierta tarea o simplemente no sabe la base de esa gestión, verás a un cliente sin sentido, es decir, gente que empieza hacer cosas porque piensan que deben hacerlas. Gente que toma un trabajo porque quiere un dinero, pero no porque verdaderamente está alineado con su Ergon. Este tipo de cliente, suele hacer acciones de manera consistente y eventualmente terminan en un lugar de extrema infelicidad.

¿Te has preguntado qué sucede cuando estamos en un lugar de extrema infelicidad? Si, ciertamente sentimos que todo se desmorona. El castillo que se construyó con cartas o con arena se desvanece, se vuela o es arrastrado por el agua y revela que realmente todo se construyó sobre la nada.

Por tanto, el trabajo de conciencia debe comenzar por el coach. Si no tomamos el tiempo para ser consciente de nosotros mismos, para saber quiénes somos y cómo queremos encajar en este mundo, cómo queremos contribuir, difícilmente podremos ayudar al cliente.

Para sentirnos satisfechos y tener la satisfacción de mantener todo en orden, es importante poner nuestras necesidades, valores y creencias en orden. Y cuando me refiero a tener orden, empezamos a explorar opciones, nos acercamos al mundo, tomamos medidas, acciones, creamos un negocio, conseguimos un socio, hacemos todo tipo de actividades, nos unimos a una causa, a una organización sin fines de lucro, o simplemente estamos en el paso de la acción. Una vez que estemos en este punto, tenemos que hacernos preguntas que nos den el poder necesario para continuar adelante, y quien mejor que tú, su coach, para realizar esas preguntas que le den la energía, fuerza y motivación al cliente.

Mi historia

Para que comprendas cómo funciona todo y como pueden ir encajando todas las piezas, te explico brevemente la historia de mi vida.

En primer lugar, cuando me convertí en una persona que escuchaba y ayudaba a los demás, era un adolescente. Para ese entonces, estaba graduándome en el colegio y tenía entre los 16 y 17 años. Recuerdo que inmediatamente entré a la Universidad Metropolitana para estudiar ingeniería de sistemas. Para ese momento, me hice consciente que la gente me buscaba para hacerme preguntas y conversar. No es que me convertí en una especie de gurú o yogui o algo así, alguien que flotaba de sabiduría y daba respuestas desde mi conocimiento interior a todas las dudas de mis amigos, no. Pero sí me di cuenta de algo interior, y me permití tomar conciencia de lo que quería hacer en lo sucesivo en mi vida.

Fue un quiebre de auto conciencia, un quiebre de una demanda del ego, de querer hacer lo que los demás querían que yo hiciera: estudiar ingeniería de sistemas, ser un exitoso programador porque para esos años, era la carrera del futuro. Y tomé una decisión a partir de la autoconciencia. Me di cuenta que quería ayudar a otras personas, y me percaté que estaba más interesado en programar gente que computadoras. También lo que me permitió inclinarme hacia otra carrera, fue que en ese momento conocía a mucha gente y ellos parecían realmente necesitar mi ayuda, y yo por mi parte, estaba dispuesto a darla, pero me faltaban herramientas.

Recuerdo que me apoyé en mi autoconciencia. Necesitaba trabajar muchas cosas, estudiar, salir de mi zona de confort, educarme en cómo ayudar a la gente. Y afortunadamente, sucedió en un momento donde estaba tomando decisiones importantes al principio de mi carrera. Me di cuenta a través de esa toma de conciencia, que mis necesidades, valores y creencias estaban alienadas a eso que pretendía hacer, solo necesitaba aprender a hacerlo, tener conocimiento y aprender cómo hacer dinero ayudando a los demás.

Tenía valores cristianos, valoraba la honestidad, la creencia en ayudar al otro a través del amor a Dios y el amor al prójimo. Exploré las opciones y tomé acciones. Me retiré de la ingeniería de sistemas y empecé a estudiar psicología. Me gradué en psicología y ergonomía para poder enseñar a otros a alcanzar su función humana. Eso es la ergonomía. También aprendí hipnosis más a fondo. Aprendí de programación neurolingüística, coaching de vida y muchas herramientas más.

De este modo, exploré mis opciones, tomé el medio para ir a la acción y hacer preguntas que me dieran poder para empoderar ese ciclo y motivarme. Por ejemplo, las preguntas que solía hacerme eran del tipo: ¿Qué quiero hacer ahora? ¿cómo quiero construir algo mucho más grande? ¿cómo puedo ayudar a más gente? Esas preguntas de empoderamiento me llevaron a tomar decisiones y justamente a partir de ese momento, pude conseguir a mis clientes. Así que te propongo que hagas lo mismo. Haz las preguntas de poder que lleven a tu cliente a guiarlo a su camino de decisiones. Prepáralos para dar el siguiente paso, aquel que será el paso poderoso para sus vidas.

Este ciclo de preguntas nunca termina porque es un espacio de reevaluación, donde las preguntas de empoderamiento siguen surgiendo y las respuestas hacen que tu cliente avance al siguiente nivel.

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Ignacio Segovia

Psicólogo, Coach, Hipnotista, Escritor y Orador

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Las intenciones son las ideas y/o pensamientos que pones ahí afuera en el universo y probablemente con suerte y un poco de tiempo se harán realidad. Son el inicio creativo que se volverá una conducta y al final un resultado. Por ejemplo, puedo empezar con algo muy simple: despertar por la mañana y tener la intención de salir de la cama, luego tomar una ducha y después hacer un café, esas son mis intenciones durante la mañana. A medida que expongo cada intención, esta se convierte en realidad porque soy capaz de vivir fácilmente en cada intención y cumplirla.

Las intenciones son muy sencillas, son cosas que deseo y que puedo cumplir en un espacio de tiempo.

Cuando te inicias en el entrenamiento de coaching de vida, empiezas a reflexionar sobre las intenciones, porque entiendes que pueden ser un poco más complejas que el ejemplo que te mencioné anteriormente y, en consecuencia, pueden abarcar muchos aspectos incluso más grandes y con mayores repercusiones si se cumplen o no.

Por ejemplo: tu intención puede ser entrar en un negocio y cambiar una empresa, revolucionarla o convertirla en un negocio mucho mejor. Es probable que te hayan contratado justamente para eso, para poner todo en orden, empezar todo desde cero y organizar. La intención está ahí, para que inicies tu trabajo y hagas algo al respecto. Como resultado, la intención se transforma en algo muy importante y poderoso porque puede llevar a cabo acciones grandiosas.

En el área de los negocios, tengo clientes que antes de una reunión se detienen un momento y se centran en sus intenciones, lo que desean alcanzar durante esa reunión. Muchos se preguntan: ¿Cuál es la intención de esto? ¿A dónde quiero ir? ¿Cuáles serán los objetivos a alcanzar? Yo bien podría hacer la analogía con una meditación, porque cuando miras hacia adentro, haces introspección y verificas que la intención de esa reunión marque una dirección a la energía de todo el trabajo que estás por hacer. Y si por un momento, durante esa reunión pierdes el hilo o se ve difusa tu meta, solo tienes que detenerte y recordar tu intención inicial para volver a tu enfoque.

Las intenciones son una herramienta valiosa que puedes aplicar no solo a tu trabajo, reunión o negocios, fácilmente la puedes emplear en tu vida cotidiana para mantener el rumbo de tu trabajo y vivir una vida llena de intenciones.

Desarrollar la idea del resultado anticipado

Revisemos ahora el resultado que se presenta producto de la intención y que guía las acciones que planeaste con antelación.

Si bien recordarás, recientemente te mencioné el ejemplo de una reunión, esa en la cual tienes algo importante por acordar, sea la firma de un documento o un contrato. Esa es tu meta, tu intención. Tu intención es que la firma del contrato se ejecute. Sin embargo, tu intención en esa reunión también puede ser conocer a Pepe, María o a alguien en particular, es decir, hacer algún contacto en específico. Igualmente es válido si tu intención es darte a conocer con alguien en la industria o presentar una nueva idea. Lo importante de estas intenciones es que entiendas que trabajarás para ese resultado, tendrás un enfoque, una meta trazada para obtener ese resultado que pretendes y una guía de tus acciones planeadas.

En la vida cotidiana, cuando te planteas una intención estás esperando ganar con el resultado que ya preconcebiste en tu mente. La intención no se trata de algo que te gustaría que sucediera o que piensas que podría suceder y si no sucede piensas que está bien. No, esa no es la naturaleza de la intención. La intención es mucho más proactiva, y tú de antemano ya estás consciente que quieres alcanzar ese objetivo, y eso es lo que va a ocurrir. Está muy claro en tu mente, que va a suceder. Anticipas que va a ocurrir. Y cuando compartes esta técnica con tu cliente, con el universo o contigo mismo, el poder que tiene la intención, empiezas a conseguir que esas intenciones se materialicen y tu cliente actúe en esa dirección.

La intención es uno de los grandes regalos que otorgarás a tu cliente porque es el poder y la habilidad para hacer las cosas, hacer lo que tú haces por ellos.

Prepárate y enseña a tu cliente a manejar la intención. Tu propósito como coach es conseguir que tus clientes logren alcanzar sus metas por sí mismos. No necesitan depender de ti de por vida. No te conviertas en una muleta para tus clientes. Tu mayor deseo es que ellos aprendan las habilidades que tu posees.

Mucha gente cree que la intención puede hacer daño porque nos hace crear expectativas y de no resultar positivas, podemos frustrarnos. Pienso que es mejor frustrarse y aprender a través de esa frustración. Eso es lo que llaman Resiliencia. El aprendizaje por medio de algo que ocurrió. Te doy un ejemplo: ¿alguna vez has practicado algún deporte? Seguramente has sentido en algún momento de tu vida, un dolor muscular. Cuando nos ejercitamos se rompe el músculo y después con el descanso, ese músculo se regenera y crece. Allí está la resiliencia.

La resiliencia se obtiene cuando tienes una intención… ¿ves cómo todo se relaciona? Haces todo lo posible para que esa intención acontezca. Habrán ocasiones donde es posible que no ocurra. Pero ten presente que debes tener intenciones sólidas para que las mismas ocurran. Si por casualidad, no sobrevino por un porcentaje muy pequeñito el día de hoy, no importa. La semana que viene sucederá.

Donald Trump está dentro de la palestra hace un par de meses por situaciones adversas, pero es una persona que ha logrado mucho con tu intención: ha logrado negocios, logró ser presidente de los Estados Unidos, solo con mantener en su carrera la intención de serlo. Más allá de su personalidad o las que cosas que tú mismo pudieras admirar o no de Donald Trump, él es una persona con intención, que se mete en situaciones y espera siempre ganar. No espera conseguir dificultades, solo espera ganar. Y déjame decirte, que las personas como Donald Trump, obtienen lo que quieren, entran al juego pensando que van a ganar, esperan conseguir exactamente lo que desean. Sus expectativas son razonables porque están dentro de su rango de adquisición, lo que significa que pueden conseguirlo.

Cómo comunicar tus intenciones con el cliente

Cuando te hablo de comunicar las intenciones a tu cliente, no me estoy refiriendo a una lista de cosas como si estuviésemos pidiendo a Santa Claus o al niño Jesús en diciembre. Tampoco se trata de informarle a tu cliente sobre tus planes para jubilarte y las ganas que tienes de ganar mucho dinero a través de ellos. No, no se trata de eso.

Cuando me refiero a comunicar las intenciones, quiero que le comentes sobre los beneficios que traerás a su vida personal o profesional. Es la intención comunicativa, que está alineada con sus objetivos. Tu intención comunicativa es sólida y son tus mejores deseos para con ellos. Es una visión anticipada de los resultados. Tú esperas que tu cliente gane y que logre lo que está esperando.

En este sentido, todo comienza contigo, como coach de vida: indagando, averiguando, lo que el cliente está tratando de hacer. Y una vez que descifres eso, podrás crear un plan que los oriente y saber qué acciones les alejan de esa meta.

Tener un plan claro les permitirá concentrarse en el objetivo final.  Y a medida que avancen hacia cada uno de los objetivos preliminares, sentirán como van ganando cada batalla, saltan cada obstáculo en el camino, siempre viviendo desde la intención. Adicionalmente, reforzarán la idea de una mente subconsciente, desde la perspectiva de una persona ganadora. Esto les facilitará seguir en el camino del éxito porque las acciones e intenciones se materializan, se hacen realidad.

No hace falta ser un súper hombre o una súper mujer para hacerlo todo. Si miras bien tu lista de intenciones matutinas, verás que tienes algunas muy sencillas como: tender la cama. Quiero que aprendas y practiques esta habilidad: tener intenciones y hacerlas realidad. Si tienes la voluntad y quieres cambiar, puedes llegar a dominar la habilidad.

Revisa tu rutina. Si tienes intención de salir de la cama y leer este blog, puedes hacerlo. Tienes la intención de tomar una ducha, hacer café o ir de compras, levantarte del sillón e ir al baño, subirte al auto, conducir al trabajo, todo, absolutamente todo empieza con una intención, y obviamente, esperas que funcione.

Todos esos pequeños objetivos, los de todos los días, se pueden convertir en grandes objetivos que te hagan ganar en la vida. Te propongo que inicies con algo pequeño y sencillo. Tu intención puede ser levantarte a cierta hora, porque esperas levantarte de la cama con cierta energía. ¡Así que hazlo! Empieza un día de forma positiva, con el pie derecho como dicen por allí. Ese es el mismo concepto.

Esta habilidad también funciona cuando tienes una reunión y quieres concretar la firma de un contrato multimillonario y esperas que tu cliente lo haga. Tus intenciones son que esa firma se haga realidad. No es un concepto metafísico, es algo normal, que vivimos todos los días.

El modelo de coaching en términos generales

Revisemos cómo el modelo de entrenamiento le agrega valor al cliente y en qué esquemas.

La autoconciencia no es sólo para tu cliente, también es muy importante para ti. Siempre trabaja en tu autoconciencia. Debes ser consciente de lo que haces, de quién eres, de cuáles son tus intenciones, hacia dónde vas, cómo te sientes, si estás o no en la situación correcta. De eso se trata su círculo interno. Ahora bien, te preguntarás ¿cómo lograr esto? Quiero que seas consciente de ti y tus acciones a través de la meditación o la introspección. La auto reflexión es la herramienta clave en esta área.

Por lo general, conocemos a nuestros clientes, a la gente que nos rodea, las necesidades de los demás, pero nos descuidamos a nosotros mismos. Realmente no nos conocemos y solo llegamos a saber lo que necesitamos, quiénes somos o cómo nos sentimos ante una situación adversa o similar de alguien más. A veces bloqueamos el avance de nuestras vidas porque no nos entendemos a nosotros mismos. Bloqueamos los sentimientos de cómo nos sentimos realmente ante una situación en particular. Por tanto, te propongo que desarrolles la autoconciencia y entrenes a tus clientes para que vean el panorama general de los desafíos mediante esa autoconciencia.

En algunas ocasiones te he mencionado que no todos los clientes van a estar dispuestos a ser conscientes de la situación. Algunas veces te contratarán personas que no se sienten familiarizadas con el término y sentirán un poco de rechazo al cambio o simplemente poca inercia para hacer que el cambio se genere.

Me gustaría que consiguieras clientes que estén abiertos a hablar, trabajar, que tengan el impulso de esa autoconciencia por mejorar, mirar la situación interna, evaluar cómo se sienten y observen qué está pasando, si están involucrados emocionalmente y si sus acciones los están llevando a lugares donde quieren estar tanto física como mentalmente, económicamente, con la familia. Me gustaría que encontraras clientes conscientes de los cambios que aportas y el valor que le brindas para estar tranquilos en su interior porque están en el camino correcto. El modelo de coaching de vida comienza con la autoconciencia de uno mismo.

Practiquemos con el siguiente ejercicio: imagina que tienes en frente de ti una pizarra en la cual dibujas un primer círculo. Este círculo representa la conciencia. Seguidamente vas a dibujar un segundo círculo, el cual corresponde a las necesidades, los valores y creencias. ¿lo ves? Ser consciente de las necesidades de nuestro entorno, las de conexión, de seguridad financiera, entre otras. Una vez que nos entendemos, entonces podremos comprender lo que realmente necesitamos.

¿Recuerdas la pirámide de Maslow? La pirámide contiene las necesidades básicas del ser humano. Abraham Maslow fue un psicólogo que presentó este modelo de necesidades. En primer lugar, tenemos las necesidades de refugio, protección, alimentación, techo, supervivencia. La autoconciencia es el mayor desarrollo de la pirámide de Maslow.

Por ejemplo, si sueles atender a clientes muy religiosos y por alguna razón, el plan de acción que le planteas viola sus reglas religiosas o va en contra de sus valores, tendrás un desafío personal con ese cliente.

Te doy otro ejemplo: le planteas a tu cliente religioso que deje de ir a la iglesia los domingos. Esta propuesta puede hacer frenar sus acciones naturales, y por ende, eso puede generar aversión hacia tu trabajo, lo que implicaría perder a un cliente.

Puede darse el caso que programes con tu cliente, asistir a un tipo de entrenamiento o seminario el mismo día que su hijo tiene un partido de fútbol. Y por más que esboces un plan perfecto para conocer gente importante y estrechar lazos con otras personas, es probable que para tu cliente, su familia, su hijo es más importante que cualquier empleo. Si no logras reconocer los valores, estás cometiendo un gran error. Así que mi mayor consejo es que evalúes los valores de tus clientes y verifica que estén concatenados con tu plan como coach.

Tendrás clientes que consideren que su mejor manera de comenzar el día es yendo a misa en la mañana. Quizás para ti, la mejor forma es descansando o planificando. Debes aprender y respetar su forma de empoderarse en los negocios, enfocarse en la vida y tener la energía necesaria que les permita ir a la acción.

Tu cliente siempre valorará ciertas cosas o detalles que tengas para con ellos. Tienes que trabajar dentro de esos valores para ayudarlos a empoderarse e ir en la dirección que le genere resultados exitosos.

¿Recuerdas el ejercicio que hicimos sobre los círculos? Te lo recuerdo, en el tercer circulo que se mueve hacia afuera tenemos la autoconciencia, luego en el segundo círculo esta la necesidad de valores y creencias del cliente y en el tercer círculo se encuentran las opciones y las acciones a tomar.

Una vez que entiendas que cada cliente tiene necesidades, creencias, valores, logras tener cada una en orden, y tu cliente reconoce la autoconciencia y sabe cómo organizar sus necesidades, valores y creencias por sí mismo, puedes entonces avanzar y examinar las opciones a tomar para cada acción. Esto se convertirá en una realidad porque las medidas a tomar estarán basadas en su círculo de necesidades, valores y creencias.

Si tu cliente no reconoce qué clase de acción está tomando, o no sabe a dónde lo conduce una cierta tarea o simplemente no sabe la base de esa gestión, verás a un cliente sin sentido, es decir, gente que empieza hacer cosas porque piensan que deben hacerlas. Gente que toma un trabajo porque quiere un dinero, pero no porque verdaderamente está alineado con su Ergon. Este tipo de cliente, suele hacer acciones de manera consistente y eventualmente terminan en un lugar de extrema infelicidad.

¿Te has preguntado qué sucede cuando estamos en un lugar de extrema infelicidad? Si, ciertamente sentimos que todo se desmorona. El castillo que se construyó con cartas o con arena se desvanece, se vuela o es arrastrado por el agua y revela que realmente todo se construyó sobre la nada.

Por tanto, el trabajo de conciencia debe comenzar por el coach. Si no tomamos el tiempo para ser consciente de nosotros mismos, para saber quiénes somos y cómo queremos encajar en este mundo, cómo queremos contribuir, difícilmente podremos ayudar al cliente.

Para sentirnos satisfechos y tener la satisfacción de mantener todo en orden, es importante poner nuestras necesidades, valores y creencias en orden. Y cuando me refiero a tener orden, empezamos a explorar opciones, nos acercamos al mundo, tomamos medidas, acciones, creamos un negocio, conseguimos un socio, hacemos todo tipo de actividades, nos unimos a una causa, a una organización sin fines de lucro, o simplemente estamos en el paso de la acción. Una vez que estemos en este punto, tenemos que hacernos preguntas que nos den el poder necesario para continuar adelante, y quien mejor que tú, su coach, para realizar esas preguntas que le den la energía, fuerza y motivación al cliente.

Mi historia

Para que comprendas cómo funciona todo y como pueden ir encajando todas las piezas, te explico brevemente la historia de mi vida.

En primer lugar, cuando me convertí en una persona que escuchaba y ayudaba a los demás, era un adolescente. Para ese entonces, estaba graduándome en el colegio y tenía entre los 16 y 17 años. Recuerdo que inmediatamente entré a la Universidad Metropolitana para estudiar ingeniería de sistemas. Para ese momento, me hice consciente que la gente me buscaba para hacerme preguntas y conversar. No es que me convertí en una especie de gurú o yogui o algo así, alguien que flotaba de sabiduría y daba respuestas desde mi conocimiento interior a todas las dudas de mis amigos, no. Pero sí me di cuenta de algo interior, y me permití tomar conciencia de lo que quería hacer en lo sucesivo en mi vida.

Fue un quiebre de auto conciencia, un quiebre de una demanda del ego, de querer hacer lo que los demás querían que yo hiciera: estudiar ingeniería de sistemas, ser un exitoso programador porque para esos años, era la carrera del futuro. Y tomé una decisión a partir de la autoconciencia. Me di cuenta que quería ayudar a otras personas, y me percaté que estaba más interesado en programar gente que computadoras. También lo que me permitió inclinarme hacia otra carrera, fue que en ese momento conocía a mucha gente y ellos parecían realmente necesitar mi ayuda, y yo por mi parte, estaba dispuesto a darla, pero me faltaban herramientas.

Recuerdo que me apoyé en mi autoconciencia. Necesitaba trabajar muchas cosas, estudiar, salir de mi zona de confort, educarme en cómo ayudar a la gente. Y afortunadamente, sucedió en un momento donde estaba tomando decisiones importantes al principio de mi carrera. Me di cuenta a través de esa toma de conciencia, que mis necesidades, valores y creencias estaban alienadas a eso que pretendía hacer, solo necesitaba aprender a hacerlo, tener conocimiento y aprender cómo hacer dinero ayudando a los demás.

Tenía valores cristianos, valoraba la honestidad, la creencia en ayudar al otro a través del amor a Dios y el amor al prójimo. Exploré las opciones y tomé acciones. Me retiré de la ingeniería de sistemas y empecé a estudiar psicología. Me gradué en psicología y ergonomía para poder enseñar a otros a alcanzar su función humana. Eso es la ergonomía. También aprendí hipnosis más a fondo. Aprendí de programación neurolingüística, coaching de vida y muchas herramientas más.

De este modo, exploré mis opciones, tomé el medio para ir a la acción y hacer preguntas que me dieran poder para empoderar ese ciclo y motivarme. Por ejemplo, las preguntas que solía hacerme eran del tipo: ¿Qué quiero hacer ahora? ¿cómo quiero construir algo mucho más grande? ¿cómo puedo ayudar a más gente? Esas preguntas de empoderamiento me llevaron a tomar decisiones y justamente a partir de ese momento, pude conseguir a mis clientes. Así que te propongo que hagas lo mismo. Haz las preguntas de poder que lleven a tu cliente a guiarlo a su camino de decisiones. Prepáralos para dar el siguiente paso, aquel que será el paso poderoso para sus vidas.

Este ciclo de preguntas nunca termina porque es un espacio de reevaluación, donde las preguntas de empoderamiento siguen surgiendo y las respuestas hacen que tu cliente avance al siguiente nivel.

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Ignacio Segovia

Psicólogo, Coach, Hipnotista, Escritor y Orador

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